El año pasado recogí un canario enfermo, sin plumas. Pensado que serían sus últimos días le compre una jaula bien grande y le puse comida para que tuviera un final digno. Para mi sorpresa, le volvieron a salir las plumas y estaba la mar de contento. Cantaba como el pavaroti.
Un año y medio después, Pollo nos deja.
Que vaya bien allá donde estés pequeño, descansa.
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